El objetivo de esta nueva reforma es reducir el déficit de tarifa eléctrica, que ya supera los 25.000 millones de euros, no se esperaba que sus condiciones fueran a ser tan severas.
Las principales protagonistas del cambio serán las tasas ya que se aplicarán más para el sector eléctrico y el gasista. Habrá un gravamen para todas las fuentes de generación, un impuesto que según el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, será «progresivo» y afectará en mayor medida a las plantas que más «subsidios» reciben.
La normativa diferenciará entre las tecnologías del régimen ordinario y las de régimen especial para poder determinar las cargas fiscales. A las del régimen ordinario, que son las que utilizan las eléctricas tradicionales, se les aplicará un impuesto del 4 por ciento. Y en el caso de las renovables el impuesto progresivo a la generación sería del 11 por ciento.
La reforma se anunció por primera vez que se aprobaría para mediados de junio y hoy se espera que se apruebe en el consejo de ministros de este viernes.
Este paquete de medidas ha caído como una losa sobre las principales eléctricas españolas, se estima que estas compañías tengan un recorte en su beneficio de uno 2.700 millones de euros, lo que supone un 15 por ciento menos en comparación con la estimada a principios de año.
Esta circunstancia se ha dejado notar también en su recorrido bursátil. En las últimas seis sesiones ha cedido más de un 7,7 por ciento.